03 December 2016

Yopal - Laguna de Tota - Paipa - Güicán - Cúcuta

El lunes 26-sep-16 a las 06:00 horas ya estábamos afuera del garaje de la casa de Robinson y Libia. Nos despedimos de ellos y de nuevo nos fuimos para El Morro. Desayunamos allí y seguimos para La Quebrada La Almorzadera.

El panorama hoy era totalmente distinto, no llovía, no había nubes amenazadoras y no había una quebrada crecida. El nivel de la quebrada podría haber sido unos 30 centímetros más o menos. Yo no me atrevía a pasar a Pikachu, así que Andrew tenía que pasar ambas motos. Era la primera vez que Andrew se sentía nervioso en el viaje, pues no había cruzado una quebrada antes en moto.

Día totalmente despejado

Cero señales de lluvia

Disfrutamos de una hermosa mañana

Ah... ¡Papitas fritas! Esto si se puede pasar fácil.

Quitamos las maletas que ponemos sobre los tanques, ya que éstas no son impermeables y tenían los celulares, cámaras y demás; y las pasé yo caminando. Andrew pasó primero a Pikachu y luego la Tornado. Él dice que se sintió mejor pasando a Pikachu que la Tornado, pues Pikachu es muy buena yendo lento y en primera; pero la Tornado toca con más mañana.

Se puede pasar fácil pero que lo haga Andrew

Aún faltaba pasar la Tornado

Yo también pasé quebrada

Me monté de nuevo en Pikachu y a los 20 metros la boté en la trocha… Aún sigo aprendiendo como manejar mis nervios durante los recorridos en trocha. Seguimos, pero yo estaba aún muy nerviosa porque la trocha no era muy mala, pero a veces se ponía un poco difícil. Llegamos a un túnel en piedra que conducía a un puente el cual cruzaba una quebrada que tenía una linda caída de agua. Yo empecé a llorar porque la trocha era eterna y yo quería terminarla ya. Andrew me decía que tenía que controlar mi estrés y disfrutar del camino.

Bueno no es un túnel, es como un arco en piedra.

La caída de agua

Yo mirando hasta donde había llegado en Pikachu

Continuamos con la trocha y mejoró considerablemente y yo me relajé y disfruté del recorrido. Llegamos a Labranzagrade, un pueblo que al parecer ha sido escenario de varios enfrentamientos entre los militares, las FARC y los Elenos (ELN). Bueno no sólo escenario, Labranzagrande ha sido como una especie de base de rotación durante mucho tiempo, según lo que he leído, había estado bajo el control de estos grupos al margen de la ley como durante 30 años. Al llegar al pueblo aún se puede notar la tensión de días pasados. Los soldados están por todo el pueblo y el Parque Central tiene en dos de sus esquinas bunkers de sacos de arena.

Por estos paisajes fue que me relajé

Ahí voy yo sin temor a la trocha

Divirtiéndonos en el camino

Andrew entró a una tienda a tomar y comer algo. Yo me quedé afuera con las motos tomando agua, cuando de repente veo que caen papeletas del cielo. La gente las tomaba en el aire o las recogía del suelo. Yo tomé una del suelo para ver cuál era el mensaje. Eran papeletas patrocinadas por el ejército, la FAC y la policía que ofrecían 400 millones de pesos por la información que condujera a la captura de un cabecilla de los Elenos. Un señor que estaba al lado mío y que estaba leyendo también la papeleta señaló las que seguían volando muy alto en el cielo y decía “Por allá va el dinero volando”.

La plata voladora

Labranzagrande - Boyacá

Labranzagrande - Boyacá

Después de Labranzagrande la trocha empieza a subir y se alcanzan los 3480 m.s.n.m. Ya se podían ver las típicas montañas de Boyacá (bueno la parte que yo conocía de Boyacá) y ya veíamos la ruta pavimentada, pero los últimos 5 o 6 kilómetros de la trocha estaban hechos un barrial atemorizante. Había cuadrillas de obreros trabajando en la ruta, por lo cual también había muchas volquetas y retroexcavadoras pasando y haciendo el barrial aún peor, pero se logró, pasamos invictos. Lo bonito de todo esto era el paisaje de frailejones que teníamos alrededor.

Ya casi llegando a nuestro destino

Muy alto en las montañas

Tomando agua de panela con queso

En el camino paramos a tomar aguapanela con queso. El objetivo era llegar a la Laguna de Tota donde mi papá tiene un amigo campesino de la región, Don Remigio. Llamamos a Don Remigio desde El Crucero mientras almorzábamos, él me dijo que cuando llegara a Playa Blanca lo volviera llamar para seguir más instrucciones hacia su hogar. Llegamos a Playa Blanca, una playa de arena blanca a las orillas de la Laguna de Tota. Disfrutamos del paisaje mientras Don Remigio nos devolvía la llamada. Como a las 17:30 llegamos a la casa de Don Remigio. La escena era muy bonita; entramos a la casa a un patio central grande donde estaban los costales de alverja que acababan de recoger los trabajadores. Los empleados de Don Remigio todos reunidos hablando sobre el día de hoy, no tomamos fotos porque nos da vergüenza; Andrew dice que no quiere tomar fotos de la gente como si estuvieran detrás de una jaula en un zoológico. Me toca a mí atreverme más y tomar las fotos.

Laguna de Tota

Playa Blanca

No sé por qué, pero me gusta esta foto.

Esperando a que nuestro anfitrión se desocupara 

En las montañas de Tota

La casa de Don Remigio

La casa de Don Remigio

Nos cocinaron con leña

Don Remigio aún estaba ocupado, pero nos indicó en qué cuarto íbamos a dormir y nos preguntó que si comeríamos, pues tenía que pedirle a una cocinera hacer la comida, ya que su esposa no se encontraba en la casa a causa de una cirugía de cataratas que le habían hecho en Bogotá. Don Remigio le pidió a Yolanda (la cocinera) hacer comida para los cuatro (Andrew, Don Remigio, un empleado y yo), después él se puso a cargar con unos empleados el camión con los costales de alverja que iban para Bogotá.

Andrew y yo nos pusimos a hablar con Yolanda mientras ella nos cocinaba, nos contó sobre su familia que estaba compuesta de su esposo, dos hijos y una hija menor. Hablamos también de los trabajos que ella hace y de cuando mi papá trabajó en Tota como interventor en un proyecto de riego de cultivos, tenía buenos recuerdos mi papá.

Don Remigio y su empleado se desocuparon y se unieron a la conversación. Don Remigio nos ofreció unas cervezas y salió en su moto armado con su ruana a comprar unas cervezas. Cuando volvió nos las sirvió entre risas y diciendo “acá el boyaco lo que toma es cerveza”. Don Remigio es un campesino bonachón que vive con su esposa y su hijo menor de seis años, sus dos hijos mayores viven en Bogotá. Yolanda nos sirve la comida, Andrew y yo comemos en la mesa del comedor, el empleado en una mesita al lado y Don Remigio dice que comerá después. Yolanda le pregunta a Don Remigio que si viene la mañana siguiente para hacer el desayuno, él nos mira con cara de ¿qué quieren ustedes? Y pues con Andrew decidimos desayunar con ellos. Yolanda se despidió y salió en dirección a su hogar.

Con Donde Remigio y el empleado nos quedamos charlando y tomando una segunda cerveza hasta las 22:00 y yo creo que ya teníamos cara de cansancio y él nos dijo “bueno muchachos vayan a descansar”. Nos metimos a la cama y creo que después de 10 minutos ya estábamos dormidos.

A la mañana siguiente sonó la alarma a las 07:00 horas y empezamos a empacar nuestros corotos. Ya todos estaban levantados. Yolanda salió de la cocina y nos ofreció tinto. El tinto nos calentó las manos; se me había olvidado nombrar que esta región de Boyacá es bastante fría, pues está a más de 3000 m.s.n.m.

Bartolo, el perro de Don Remigio.

Sembrado de arveja

Andrew y los primeros rayos del sol

De nuevo me puse a hablar con Yolanda y le pregunté si su hija había llegado bien, ya que la noche anterior me había contado que la joven se había tenido que quedar hasta tarde en el pueblo haciendo una maqueta para el colegio y que debería tomar el último bus para llegar a casa. Para tristeza de Yolanda la joven no volvió. Yolanda me contó que tarde en la noche después de haberla llamado muchas veces al celular, la chica había respondido en un mensaje que ella no volvería a casa. Yolanda estaba muy triste, lo único que me dijo fue: “Es que desde chiquitica me ha salido muy verrionda. Se cansó de la buena vida, porque yo lo único que le exigía era estudiar; yo no la ponía a trabajar. Eso fue que se fue con algún novio que tendría”. Y ahí estaba Yolanda con su corazón partido trabajando como si nada y cumpliendo con su deber.

Llegó la hora de desayunar, Yolanda nos sirvió caldo de papá, huevos, chocolate y pan. Todo estaba delicioso. Don Remigio dijo que a él le gustaba pasear su caldo y se fue tomado el caldo mientras hacía cosas en el patio central. Con Andrew nos dimos cuenta que a ninguno de ellos les gustaba sentarse en la mesa con nosotros; obviamente no supimos la razón y tampoco íbamos a preguntar. Lo que sí preguntamos era dónde podíamos comprar una buena ruana para Miguelito (el hermano mayor de Andrew).

Desayunando

Yolanda nos dijo que en Tota vendían buenas ruanas, pero que la mamá de Don Remigio de vez en cuando vendía en su tienda. Terminamos de desayunar y Don Remigio nos llevó a la casa de su mamá que quedaba como a 100m de su casa y le pidió a su mamá que nos mostrara las ruanas que tenía. Tenía dos ruanas negras de excelente calidad. Digo que excelente calidad porque ahora mi ruana al lado de las que nos mostró la mamá de Don Remigio parece china. Una lana negra, difícil de conseguir, de un buen largo y también buen espesor. Yo me enamoré de la ruana a penas la vi, Andrew también, tuvimos un inconveniente con el precio, porque cuando la señora nos dijo el precio los dos entendimos 80.000 pesos, pero realmente quiso decir 180.000 pesos. Obviamente nos sentimos un poco estafados, pero no por el valor, porque no sabíamos cuánto podría costar una ruana, sino por haber entendido un precio mucho más bajo; pero la calidad de la ruana lo ameritaba.

La mamá de Don Remigio, Don Remigio y Andrew

La ruana que tiene Andrew fue la que compramos para Miguelito

Llegó la hora de despedirnos de Don Remigio y Yolanda para continuar nuestro camino hacia Paipa. Yo no quería pasar por Sogamoso ni Duitama, siempre que pasamos por poblaciones grandes es un dolor de cabeza; lastimosamente yo no planeé la ruta en el GPS y como la ruta no iba a ser larga tampoco usamos los celulares. Después de Iza tomamos a la derecha en vez de la izquierda y terminamos en Sogamoso, que desgracia tan infinita. Ya en Sogamoso nos tocó utilizar el celular y después de Sogamoso nos desviamos por Tibasosa para llegar a una trocha que nos llevara de nuevo a la ruta que yo quería tomar desde el comienzo, la cual nos llevó hasta el Pantano de Vargas. Andrew iba en piloto automático y paramos en el monumento que tienen a la heroica batalla y nos comimos unas empanadas.

¡Porque no importa donde se nace, sino donde se lucha!

Casitas con comida y artesanías

Ya del Pantano de Vargas a Paipa son como 20 minutos. Al llegar al pueblo buscamos un hotel y nos instalamos. Necesitábamos descansar así que decidimos quedarnos dos noches en Paipa. Lo siguiente que hicimos fue dar vueltas en el pueblo, comer y tomar una cerveza. Ya como a las 23:00 nos habíamos devuelto al hotel a descansar.

Al siguiente día Andrew decidió que él también quería una ruana 😕… Bueno preguntamos dónde podíamos conseguir buenas ruanas y nos indicaron que a la entrada de Paipa muy cerca de las vías del ferrocarril. Allá miramos muchos almacenes y muchas ruanas y confirmamos que la ruana que le compramos a la mamá de Don Remigio tiene una excelente calidad y el precio fue el adecuado, ya que por el mismo precio encontramos ruanas buenas, pero ninguna con la misma calidad. Pasamos como por cuatro almacenes y Andrew no encontraba algo como lo que le compramos a Miguelito. En el quinto almacén encontramos una ruana de lana oscura, con puntadas más rústicas y de un buen largo. Andrew se enamoró de la ruana, pero él la buscaba con capucha 😕 una condición un poco difícil ya que las ruanas tradicionales no tienen capucha. El señor le ofreció a Andrew hacerle la capucha y entregarle la ruana con capucha cerca a las 17:00 horas (eran en ese momento las 10:00 horas). El señor pidió 160.000 pesos; Andrew aceptó, le dio 100.000 pesos de adelanto y salió muy contento del almacén.

Nos devolvimos al hotel a subir fotos al drive, adelantar los diarios y organizar y planear la ruta de Paipa a Güicán. En eso se nos ocurrió mandar a hacer una bolsa para guardar mi traje impermeable. Andrew ya tenía una bolsa con las características necesarias para no botarla en la mitad del camino, sólo teníamos que copiarla. Con ayuda de la señora encargada del hotel contactamos a una señora y su hija que manufactura ropa deportiva.

Cacharriando las motos en Paipa

Las señoras llegaron y les solicitamos copiar la bolsa y hacer con una riata que teníamos, una correa para atar una lona que tenemos. Ellas se comprometieron a traer la bolsa y las correas el mismo día en la noche, ya que nosotros teníamos planeado irnos al siguiente día a Güicán.

Así se fue el día y a eso de las 17:00 horas nos dirigimos al almacén de ruanas, como siempre, nos llevamos nuestra decepción. El señor le había puesto una capucha de lana tejida con agujas a la ruana. Parecía como si lo hubieran puesto una bufanda en forma de capucha. El señor se dio cuenta de nuestra decepción, podía verla en nuestras caras. Nos preguntó si estábamos contentos con el resultado, a lo cual respondimos de muy mala gana: No. Esto no era lo que esperábamos. Le dijimos que queríamos una capucha del mismo material de la ruana, con el mismo tejido, no un tejido con agujas.

El señor se disculpó y dijo que no nos habíamos puesto de acuerdo en qué material iba a ser la capucha. Pidió 20.000 pesos y un día más para arreglar la capucha. Quedamos en que íbamos a recoger la ruana el siguiente día a las 17:00 horas.

Nos devolvimos al hotel, Andrew se dio cuenta en el camino de que había un gimnasio. Él se fue para el gimnasio y yo me quedé en el hotel adelantando el blog.

A las 21:00 horas Andrew regresó del gimnasio y las señoras no aparecían con la bolsa. Las llamé y me dijeron que no podían pasar en la noche, que lo harían al siguiente día a las 09:00 horas.

En Colombia tenemos un grave problema, ninguno de nosotros podemos comprometernos con tiempos reales. Todos hablamos demasiado, pero ninguno podemos cumplir con los tiempos que nos hemos comprometido.

Terminamos el día comiendo empanadas y tomándonos unos polas en el cuarto.

El jueves 29 de septiembre el papá estaba de cumpleaños. Lo llamé como a las 08:00 horas.

Cuando Andrew y yo decidimos ir a almorzar llegaron las señoras al hotel a entregar la bolsa y la correa. Nosotros estamos en el restaurante así que les pedí que fueran al restaurante a encontrarse con nosotros. Para satisfacción nuestra, las señoras habían hecho un excelente trabajo. La bolsa quedó igualita y nos gustaron los colores y materiales. La hija nos preguntó para dónde íbamos. Le contamos que íbamos para El Nevado del Cocuy, y ella nos pidió un favor. Ella quería que nosotros probáramos un material para ropa de clima frío que ella había diseñado. Nos dijo que en la noche nos daría unas mangas para nosotros probarlas en el clima del Cocuy, que le contáramos cómo se sentían y si realmente ayudaban a combatir el frío.

A las 17:00 horas nos dirigimos a donde el señor de las ruanas. Íbamos con muy pocas expectativas, pero para sorpresa de nosotros, el resultado de la nueva capucha nos gustó mucho. Se notaba que la capucha era de otro color y que no se había hecho de la misma tela, pero la técnica era la misma. Quedamos muy contentos.

La ruana de Andrew. Vamos a ver si realmente la va a usar.

Andrew y yo estábamos muy inconformes con la cantidad de ropa que llevábamos. Nos parecía que era demasiada; además habíamos empacado de la forma equivocada, porque siempre teníamos que abrir todas las maletas así no estuviéramos acampando. Como ya habíamos decidido que enviaríamos las ruanas a Cúcuta, aprovechamos para mandar con ellas la ropa que nos sobraba y algunas herramientas que Andrew concideró que no necesitaría durante el viaje.

Paipa es famoso por las aguas termales, así que en nuestra última noche decidimos ir al "Centro de Hidroterapia". Para entrar pagamos 65.000 pesos por persona y disfrutamos de un circuito de dos horas donde estuvimos en una piscina con chorros de agua, una cama de burbujas, un jacuzzi, un turco, nos dimos auto-masaje lodo para terminar en un sauna. La pasamos bien, pero concordamos en que podíamos hacer lo mismo en la mitad del tiempo y precio.

Al siguiente día arrancamos con destino Güicán. Éste pueblo queda en Boyacá muy cerca al Nevado del Cocuy. El Parque Nacional Natural El Cocuy está cerrado desde febrero de 2016, así que ya sabíamos que nos podíamos entrar al parque. Por esta razón consideramos irnos para Santander y visitar Barichara, San Gil, El Parque Chicamocha y Bucaramanga; pero finalmente decidimos ir al nevado, así no lo pudiéramos ver. Para Andrew son más interesantes las poblaciones y los paisajes de clima frío, es decir, en lo alto en las montañas. Yo ya conocía toda esa parte de Santander y quería ver esta otra parte de Boyacá que nunca había visitado.

Como a las 05:00 horas me llamo la hija de la señora costurera preguntando si podía pasar por el hotel para entregarme las mangas, yo le dije que sí y a los pocos minutos llegaron. Nos entregaron las mangas y pude ver que tenían excelentes terminados. De verdad estas señoras trabajan muy bien. Probaremos las mangas.

A eso de las 06:15 cogimos camino. Como siempre la carretera era preciosa, con un paisaje de montaña verde viche (diga usted como un verde muy ácido). La carretera era más bien sola y el frío de la mañana con el sol se sentía como una buena recarga de energías. El día era más bien soleado.

Después de haber desayunado en Belén y de un largo rato disfrutando montañas, llegamos a una vereda de Tutazá, donde nos dimos cuenta que ese día (30-sep-2016) el departamento de Boyacá estaba celebrando su identidad, era el Día de la Boyacensidad. Vimos en la pequeña plaza de la vereda a todos los niños y jóvenes con ruanas y sombreros. Los niños jugaban y bailaban las carrangas del Maestro Jorge Velosa que sonaban a buen volumen desde unos parlantes. Unas chicas se le acercaron a Andrew ofreciéndole tamales. Estábamos llenos, hubiéramos sabido, hubiéramos desayunado ahí con ellos. Nos tomamos un tinto. Después pasaron unos niños vendiendo masatos, Andrew compró uno.

Belén - Boyacá

Tutazá - Boyacá

Tutazá - Boyacá

Los chicos vendiendo masato

Andrew compró su masato

Día de la Boyacensidad

Seguimos nuestro camino y nos íbamos acercado al cañón de Chicamocha. Yo que había planeado la ruto no me había dado cuenta que íbamos a atravesar el cañón. Antes de llegar a Soatá el clima no estuvo nada mal, pero ya en Soatá habíamos alcanzado una altura donde nos moríamos de calor. Ahí en Soatá nos comimos unas empandas y nos tomamos unos jugos. No tomamos muchas fotos porque nos sentimos un poco espiados en el pueblo, es decir, un señor nos preguntaba todo sobre las motos y otro simplemente se quedó como recostado en Pikachu. Salimos como corriendo, pero Andrew paró a comprar algunas bayetillas que se nos han hecho muy útiles en el viaje.

Soatá es como el último pueblo antes de cruzar el Cañón de Chicamocha (cuando uno va en dirección a Güicán). La carretera de bajada no es muy empinada, pero tiene infinitas curvas. Con cada metro que se baja aumenta la temperatura. Ya en el fondo de cañón, cuando uno cruza el Río Chicamocha la temperatura es infernal y uno metido en un traje espacial.

Si no estoy mal, el pueblo que se ve es Boavita desde el otro lado del Cañón del Chicamocha

El siguiente pueblo es Boavita, pero ahí no paramos, seguimos derecho hasta Guacamayas donde nos comimos un helado. En Colombia, Andrew por primera vez en su vida se enfrenta a la cruda realidad del bobo del pueblo. Andrew se siente incómodo cada vez que violan su espacio personal. El espacio personal de Andrew es como una burbuja de 1 m de radio. En muchos de los pueblos que hemos parado, se nos acerca el bobo del pueblo. Para las personas que no sepan quién es el bobo del pueblo, he aquí mi definición: Es aquel individuo que todo el pueblo conoce, todos saben su nombre, por lo general todos le tienen un apodo, todos saben dónde vive, todos saben quién es su familia, algunos lo maltratan o lo ofenden, y otros lo cuidan o lo alimentan; pero la verdad es que el bobo del pueblo es una persona psicológicamente enferma o con algún retraso mental que el paupérrimo sistema de salud de nuestro querido pueblo colombiano nunca tiene en cuenta.

Boavita - Boyacá. Sí. Así es coo me pongo las gafas en el casco.

En algún punto entre Boavita y Guacamayas

No se puede aburrir uno de las montañas

Si las personas sin ningún problema de salud se nos acercan curiosos sobre las motos y nuestros atuendos, pues para el bobo del pueblo es aún más intrigante un personaje como nosotros; la única diferencia es que sí se acercan hasta tocarte, o agarrarte para no dejarte ir hasta que el o ella logren hablar contigo. Cuando estábamos comiendo nuestro helado, un señor de unos 40 años se acercó a Andrew y entró en esa burbuja. El señor con mucha dificultad nos preguntó quién éramos y a dónde íbamos. Andrew se puso muy nervioso por la invasión de su espacio, pero sabe que el señor simplemente no entiende que está muy cerca. Yo empecé a responder sus preguntas a ver si se acercaba más a mí y se alejaba del acorralado Andrew. Funcionó, el señor se acercó a mí y me preguntó si tocaba ir a votar el domingo. Le dije que sí y en ese momento pasaron unos culicagados como de unos 10 años en bicicletas, le gritaron al señor por su apodo (no entendí cuál era) y le dijeron “No moleste, deje de joder a los viajeros. Salga de aquí, ¡Salga!”. El señor dijo “ya voy, ya voy” y siguió su camino. Me dio tristeza que personas como él en estos pueblos no reciban la ayuda adecuada.

Parque La Aurora en Guacamayas

Parque La Aurora en Guacamayas

De Guacamayas a Güicán la carretera es medio pavimentada y medio destapada, así que nada tortuosa para mí. A Güicán llegamos como a las 17:30 y empezamos a buscar hotel. Encontré uno muy bonito, cómodo, barato, en todo el parque central y nos dejaban entrar las motos.

Monumento a la comunidad indígena U'WA en Güicán

Al siguiente día nos dirigimos a la oficina de Parques Nacionales Naturales para averiguar que podíamos hacer. También preguntamos por la causa del cierre del nevado y nos explicaron que en enero personas que fueron a visitar el nevado tuvieron malos comportamientos, es decir, unos muchachos subieron a jugar fútbol en la nieve. Los muchachos subieron los videos a internet y la comunidad indígena U’wa se enfureció por la falta de respeto de los visitantes y pidieron cerrar el parque. Al parecer ellos están muy preocupados por el deshielo y el futuro del parque, por lo cual están solicitando un estudio de impacto ambiental para abrir el parque de nuevo. La verdad, en mi concepto, no es claro por qué sigue cerrado.

Gúicán de la Sierra - Boyacá

Güicán de la Sierra - Boyacá

En la oficina de parques decidimos tomar una trocha que conecta Güicán con El Cocuy (pueblo) y bordea todo el parque. El día estaba bastante nublado, ya que el huracán Mathew estaba pasando por el caribe colombiano y a nosotros en la parte norte de Boyacá nos dejó lluvia y nubes. No pudimos ver ni un solo pico blanco. Cuando llegamos al primer puesto de control del parque, donde están las cabañas y las zonas de camping, hablamos largo y tendido con uno de los guarda parques. Él nos informó que se podía ir en la moto hasta el final. Yo le dije a Andrew que lo esperaba en las cabañas. Andrew volvió como 40 minutos después muy contento del paisaje de páramo que había visto al subir al borde del parque. Yo también estaba muy contenta de haberlo esperado porque había llovido durante esos 40 minutos y él me contó que la trocha se ponía como maluca a pocos metros de donde estábamos.
El camión de la leche, recogiendo la leche de los campesinos que la ordeñan.

Las cabañas cerca a uno de los puestos de control

Las cabañas cerca a uno de los puestos de control

El pasto allá era más bien como musgo

Lo que Andrew vio cerca a los límites del parque

¡Frailejones!
 
Andrew de vuelta

Yo veo la Tornado gigante, pero al ver a Andrew sobre ella pareciera que fuera más pequeña

Andrew y su paisaje favorito

Bueno así estuvimos por todo el camino parando mirando y disfrutando.

Como a la mitad del camino empezó a llover, y como siempre me puse muy nerviosa y quería llegar lo más pronto posible a el pueblo de El Cocuy.






En El Cocuy paramos a descansar y ver llover. En una cafetería nos tomamos unos tintos.

Sólo lluvia en El Cocuy

Ya tuviera yo un balcón así

Como a las 17:00 llegamos de nuevo a Güicán. Estábamos como cansados y mojados. Esa noche nos cambiamos, comimos, yo alisté mis maletas para el siguiente día partir a Cúcuta y luego a descansar.

No íbamos a tomar la misma ruta para ir a Cúcuta, esta vez íbamos por Capitanejo. El día estaba nublado, pero no se veían signos de lluvia. Cuando llegamos a El Espino desayunamos y seguimos nuestro camino. Como por 20 minutos después de El Espino la carreta estaba perfectamente pavimentada. Y creo que hace muy poco la habían inaugurado. Las lluvias del día anterior habían hecho de las suyas y se veían demasiadas rocas y escombros sobre la vía. Luego comenzó la trocha, había claras señales de derrumbes, pero la verdad la trocha estaba tan bien cuidada que no fueron un obstáculo para nosotros. Parece ser que ya me siento mucho mejor recorriendo las trochas. En un punto de la trocha había un derrumbe, pero una retroexcavadora ya estaba trabajando en abrir el camino. Sólo esperamos unos 10 minutos y pasamos sin inconvenientes. Continuamos bajando de nuevo el cañón del Chicamocha, pero esta vez no cruzamos el río, sino que nos fuimos paralelos a él. Obviamente el calor era infernal, pero el paisaje seco y la formación del cañón eran fascinantes. Llegamos a Capitanejo y yo celebré que no me caí ni una sola vez en la trocha.

Excelente vía después de El Espino

Nuestra salvadora

La lluvia alcanzó a hacer de las suyas

El Cañón del Chicamocha

En las entrañas del cañón

Árida la tierra del cañón

A las 12:30 paramos en Málaga para almorzar. Después de Málaga se llega a El Cerrito. Allí, cuando yo planee la ruta, Google Maps y el GPS me daban dos opciones. Una opción era tomar la ruta pavimentada o tomar la trocha. Como ya había escogido trocha al comienzo de la ruta, escogí la pavimentada después de El Cerrito. Cuando llegamos a El Cerrito las indicaciones del GPS no eran claras. Le preguntamos a los locales por dónde debíamos coger la vía para Cúcuta. Nos indicaron y cuando llegamos a la vía nos dimos cuenta que nos habían enviado por la trocha. Bueno ni modo, a seguir se dijo. Yo como siempre súper nerviosa. Paramos un momento para que yo me pusiera el impermeable y Andrew me estaba regañando por mi comportamiento inapropiado ante la situación. En algún punto dejamos las veredas y entramos al páramo. ¡WOW! Qué bonito. Pude ver a los frailejones en todo su esplendor. Ya se me habían quitado los nervios.

Más páramo

Más camino

Llegamos a Chitagá como a las 17:00 horas. Yo estaba súper cansada. En esas mi papá me llamó y me dijo que iba a llamar a alguien para que me recomendaran un hotel. Fuimos al hotel recomendado, luego nos quedamos dando algunas vueltas por el pueblo. Era domingo 02 de octubre día de votar por el plebiscito por la paz, así que el pueblo estaba lleno con mucha actividad. Ya en la noche nos fuimos a dormir. Yo me fui a la cama con el corazón roto por el triunfo del NO.

Muy temprano al siguiente día seguimos nuestro camino a Cúcuta. Durante la vía casi no paramos; la única parada fue hicimos fue delante de Pamplona y sólo compramos unas bolsas de agua y nos quitamos algunas capas de ropa, ya que se empezaba a sentir el calor de la zona.

Antes de llegar a Cúcuta pasamos por esta carretera llena de nebina

Entre niebla

Cuando llegamos a Patios (un municipio muy cercano a Cúcuta) entramos a una zona con unos vientos muy fuertes. Podía sentir como el viento me empujaba hacia la izquierda y me sacaba de mi carril. Como yo tenía que contrarrestar la fuerza del viento, pues trataba de dirigir a Pikachu hacia la derecha de nuevo al centro del carril; pero los vientos paraban súbitamente y terminaba a la derecha del carril. En fin, como a eso de las 11:30 llegamos al edificio donde vivían mis papás en Cúcuta y no había nadie. Ja, ja, ja. Luego de esperar a mi mami con mis abuelitos Marín como por 20 minutos, subimos al apartamento y nos bañamos casi de inmediato, pues el calor en Cúcuta también infernal.

En Cúcuta no hicimos mucho turismo, más bien disfrutamos del tiempo en familia. Andrew aprovechó para que desde USA le mandaran unos pantalones que había comprado. Fue todo u show porque nos cobraron el 10% de arancel y 16% de IVA. Todo para nada porque tocó enviar de nuevo los pantalones porque a él no le gustaron. Regresar los pantalones fue un proceso de dos días gracias a la negligencia de 472. Y yo quejándome que cuando voy al correo en USA me demoro como 15 minutos para enviar algo.



 








Nuestra amiga Paola va cada mes Cúcuta por su trabajo. Coincidimos esa semana y pudimos encontrarnos con ella. Casi todo nuestro almuerzo lo dedicamos a despotricar sobre nuestros compatriotas y su comportamiento al abstenerse al votar y habernos dejado con el triunfo del NO.

Con Pao

Como a Pikachu la bajaron 4cm, el gato lateral estaba muy largo y cada vez que parqueaba a Pikachu quedaba casi derecha y no ladeada hacia el lado. En Cúcuta nos indicaron un taller donde redujeron la longitud del gato lateral e hicieron una base más ancha para que la moto fuera más estable cuando esté parqueada.

Seguiremos contando nuestra aventura,

Carolina